Historia del Castillo de Andrade ( Pontedeume).

El castillo de Andrade fue mandado construir en 1369 por Fernán Pérez de Andrade III, a quien la historia le llamo "O Bo". Se encuentra situado en el coto y feligresía de Santa María de Nogueirosa, dependiente del Monasterio de Sobrado, hecho por el que se planteo un pleito en su día, rematando dicho pleito en el consentimiento por parte del monasterio a cambio de que Fernán Pérez Andrade pagase 10 maravedíes cada año, acuerdo que cumplió, pero no sus descendientes.

  
     El Castillo de Andrade no fue lugar de residencia de los Andrade, sino una fortaleza o baluarte defensivo, con una pequeña guarnición al cargo de un alcaide. En 1371 el rey Enrique II dona los señoríos de Ferrol y Pontedeume a los Andrade y al contar de ese modo con la fortaleza de la villa de Pontedeume, el castillo deja de tener importancia para los Andrade.

    Como otros castillos gallegos también sufrió la ira de los irmandiños. La primera revuelta mandada por Roi Xordo, tubo lugar en 1431, reinando Juan II y siendo señor del Castillo Nuño Freire de Andrade. Los irmandiños cercaron la fortaleza pero no la pudieron tomar. En la segunda guerra irmandiña de 1467 dirigida por Alonso de Lanzos, con los lugartenientes de Pontedeume Alonso de Casal y Gonzalez Pillarte, fue cercada y parcialmente destruida. En este momento era señor de Andrade Fernan Perez de Andrade IV y tenente de la fortaleza su hijo Diego de Andrade, teniendo ambos que huir. Diego de Andrade fue a Castilla a pedir ayuda, pero fue capturado y sufrio dos años de prisión. Una coalición nobiliaria derrota a Alonso de Lanzon, quien antes había entregado Pontedeume y el castillo de Andrade al arzobispo de Santiago, Alonso de Fonseca. Fernan Perez de Andrade IV ajusticio a Alonso de Lanzon, pero murio en torno a 1470 sin volver a entrar en Pontedeume. Recupero el Castillo Diego de Andrade, quien obligo a sus vasallos a repararlo.

    
    
      Los Reyes Católicos, dispuestos a terminar con los abusos de la nobleza y a imponer la justicia real, decretaron que todas las fortalezas roquedas que no fuesen cabeza de vecindad de menos de doscientos vasallos debían de ser destruidas. Diego de Andrade se mostró fiel partidario de los Reyes Católicos y el castillo de Andrade, como otros muchos, no fue destruido, pero después de su muerte en 1492, dejo se ser habitado.

     El castillo de Andrade siguió en manos de la casa de Alba, heredera de Andrade y Castro, quien a finales de la década de los ochenta del siglo XX, suscribe un acuerdo con el Ayuntamiento de Pontedeume para administrar su uso y disfrute sin afán de lucro.

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